Concepto de la Obra
Cuando comencé a dar forma a «Lady Princesa», lo hice con una pregunta en mi mente: ¿qué significa realmente ser princesa? A lo largo de mi vida, he visto cómo la suavidad, la delicadeza y la vulnerabilidad se han interpretado como sinónimos de debilidad, como si ser suave significa ser frágil, como si ser discreta implica la ausencia de voz.
Pero el eco de mi mente repite constantemente que dentro de mi como de cualquier mujer existen muchas opciones.
Al deslizar los primeros trazos sentí el sonido convertirse en un refugio donde la voz fuera el instrumento que expusiera otra versión de mi con la cual enfrentar ese afuera que muchas veces tiño mi ser como rosa en quiebra.
Porque no hay una regla si no existe el desorden, ese que no da más posibilidades de mostrar verdades que construye mi interior aunque al mundo no le guste.
Delineé en sombras las teclas de un piano que flotan en el aire detrás de mí, como pensamientos que se deslizan sobre mi piel, sin seguir un orden de octavas y sin una base porque no la necesitan; son como un roce mental, una caricia etérea que despierta ideas libres, desordenadas y llenas de potencial.
Dibuje un micrófono, no solo un objeto, sino el símbolo de una voz que ha encontrado su camino para transformar los susurros de la inseguridad y los gritos del conformismo en pura potencia y emoción de vivir.
Vivir con la firmeza, de quien sabe que su fragilidad no es una debilidad, sino la semilla de una fuerza que se ha cultivado en silencio.
Tracé una rosa con la idea de representar la lucha entre ser vista como una belleza delicada o como un ser imponente, capaz de resistir las tormentas más brutales. Su tallo quebrado es testigo de heridas pasadas, de encuentros con la crueldad de un mundo que a veces se siente demasiado hostil. Pero no debe perderse detalle a las espinas puesto que esta rebelde princesa ha entendido el juego de la vida. Las líneas de frecuencia que atraviesan la rosa son la manifestación visual de su conexión con el ritmo del mundo, de cómo cada golpe, cada impacto, ha resonado en su interior, moldeando su ser.
Armonía que desafía las notas de la vida…
La mujer joven que elegí para este esbozo de luces y sombras no solo mira de frente, sino que busca cruzar su mirada con determinación, como si en ese encuentro visual encontrara la fuerza para desafiar lo que la vida le ha puesto en su camino.
Ella es quien ha sido moldeada por lo visible y lo invisible, por lo que la vida le ha dado y por lo que ha tomado con sus propias manos. En cada mirada, se percibe la huella de un viaje que la ha llevado a través de paisajes internos y externos, donde lo delicado y lo feroz se entrelazan en una danza constante.
En la intersección de lo que fue y lo que es, en la mezcla de la suavidad con la que acaricia la vida y la intensidad con la que enfrenta sus desafíos, en la conjunción de las notas flotantes del piano y la contundencia de los tambores que marcan su paso, se encuentra su esencia. Una esencia que no necesita elegir entre ser suave o ser ruda, porque en su ser, ambos extremos coexisten en una armonía que desafía cualquier intento de simplificación.